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Hipertensión: el asesino silencioso

Cada año ocurre más de un millón y medio de muertes por enfermedades cardiovasculares solo en nuestro continente, de las cuales alrededor de medio millón se consideran prematuras y evitables. La hipertensión es un factor clave, pues afecta a un porcentaje muy ato de la población a pesar de ser prevenible principalmente con cambios en nuestros hábitos de alimentación y de vida en general.

La presión arterial alta puede causar ataques cardíacos, derrames cerebrales y otros problemas. Se dice que la presión arterial alta es un “asesino silencioso” porque generalmente solo causa síntomas cuando ya es muy grave y ha causado daños importantes. La mayoría de las personas no saben que la tienen hasta que van al médico por alguna razón. De allí la importancia de medir nuestra presión arterial regularmente.

Un alto consumo de sal, bajo consumo de frutas y vegetales, el consumo de alcohol y el sedentarismo están entre los principales factores de riesgo. La presión arterial alta combinada con el tabaquismo, la obesidad, la diabetes o el colesterol alto, multiplican la posibilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular.

Avanzar plenamente hacia una vida más activa con una buena alimentación es la mejor fórmula.  Un plan mínimo puede comenzar reduciendo el consumo de sal, alcohol y tabaco.

A menudo, los cambios en el estilo de vida no son suficientes para controlar la presión arterial alta. Muchas personas necesitan la ayuda de medicamentos que el médico indica según cada caso, pues los hay de diversos tipos. Algunos relajan los vasos sanguíneos para facilitar el flujo de la sangre, mientras otros ayudan al cuerpo a eliminar el exceso de sal y agua o hacen que el corazón lata más lentamente.

Lo ideal es que no lleguemos al punto de sufrir una crisis hipertensiva, es decir, un aumento repentino y grave de la presión arterial que podría provocar un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular u otras afecciones que ponen en riesgo la vida. Una presión arterial muy alta puede dañar los vasos sanguíneos y órganos como el corazón, el cerebro, los riñones y los ojos.

Una crisis hipertensiva puede manifestarse con síntomas como ansiedad, visión borrosa, dolor en el pecho, desorientación, náuseas y vómitos, convulsiones, dolor de cabeza intenso o dificultad para respirar. En cualquier caso y si es posible hay que medir la presión arterial y buscar atención médica. El entumecimiento u hormigueo, la dificultad para hablar o cambios en la visión podrían, además, ser síntomas de un accidente cerebrovascular.

¡Es mucho lo que podemos hacer para no llegar a esos extremos! Por esta y por muchas otras enfermedades, vale la pena el esfuerzo de cambiar a tiempo la forma en que vivimos.
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