¿Sabías que limpiarte los oídos con hisopos es una costumbre peligrosa e innecesaria? De hecho, no debemos introducir ningún objeto en el canal auditivo, y esa es la causa de muchas lesiones tanto en niños como en adultos, incluyendo la rotura del tímpano. Los hisopos pueden empujar el cerumen hacia el canal auditivo, lo que suele provocar una obstrucción o incluso una lesión. Al día de hoy, los médicos siguen atendiendo con frecuencia el daño producido por esta costumbre tan arraigada en muchas personas, que además ha sido alentada por la ambigua publicidad de las marcas de hisopos.
El oído normalmente se limpia solo, y el cerumen que muchos consideran suciedad en realidad es el recurso natural para proteger al oído del auténtico sucio y otros elementos nocivos del exterior. Además de actuar como barrera o filtro, tiene propiedades antibacterianas que previenen las infecciones.
Nuestros oídos tienen un sistema de autolimpieza natural y en la mayoría de los casos no es necesario hacer nada más. El canal auditivo está diseñado para mover el cerumen hacia el exterior. Este desplazamiento se genera mediante el movimiento natural de la mandíbula al hablar o masticar y al mover la cabeza.
La mayoría de las personas no necesitan limpiar sus oídos con regularidad. Sin embargo, por diversas razones, podemos llegar a notar una acumulación excesiva de cerumen o sentir que los oídos están tapados. En esos casos hay que acudir al especialista, quien podrá practicar una limpieza o darnos las indicaciones correctas para hacerla en casa. Es probable que nos prescriban una solución acuosa que ayude a disolver el cerumen y eliminarlo del oído.