Más allá de la coquetería, el cabello puede ser un reflejo de nuestra salud en general. Por eso vale la pena prestarle atención y seguir algunos cuidados básicos.
Lo primero es recordar que existe una relación entre la apariencia del cabello y la alimentación. Una dieta equilibrada y saludable es la primera gran ayuda que espera nuestra cabellera. Debe ser rica en proteínas, vitaminas y minerales; y en particular los alimentos ricos en hierro, como las espinacas y muchas leguminosas, ayudan a prevenir la caída del cabello. También se recomiendan particularmente los frutos secos, el aceite de oliva, la zanahoria y, en cuanto a proteína animal, las carnes blancas y los pescados azules. ¡No olvidemos que el cabello está hecho de queratina, es decir una proteína! En general, los alimentos que aportan vitamina C promueven el crecimiento del cabello.
El segundo consejo es evitar el uso excesivo de productos químicos. Algunos agresivos, como los que se encuentran en ciertos tintes para el cabello y tratamientos de alisado, pueden dañar el cabello y hacer que se vuelva frágil y quebradizo. Si se desea teñir, es mejor optar por tintes naturales y evitar los que contengan amoníaco y peróxido de hidrógeno. También es importante no excederse en el uso del secador y de las planchas, ya que el calor excesivo también genera daños.
La tercera recomendación es lavar con regularidad y usar un champú adecuado para el tipo de cabello. La suciedad puede obstruir los folículos pilosos y hacer que se debilite. Además, es importante aplicar con suavidad, sin frotar innecesariamente el cuero cabelludo.
Por último, tener en cuenta que el estrés excesivo y la ansiedad son también factores que contribuyen al deterioro del cabello. El estrés crónico puede incluso propiciar que se debilite y se caiga. Todo lo que hagamos por recuperar la normalidad mental, como por ejemplo los ejercicios de relajación, el yoga, la meditación o el ejercicio regular, puntuarán a favor de un cabello más sano.